lunes, enero 10, 2011

Capítulo Dos

II

That Joke Isn't Funny Anymore - The Smith

¿Y porque te gusta mas el otoño? - le pregunto tomando mi último sorbo de cerveza.

Debe ser porque no me gustan los extremos. - me responde Marcelo - Odio mojarme en invierno y odio quemarme en verano. Además me gusta caminar algo abrigado por Concepción en otoño, pero siento totalmente sincero creo que no me gusta el verano porque nunca he superado esa fobia de mostrar mis brazos y piernas flacas.

En eso llega la cuenta. Marcelo me mira, se sonríe y me dice que él paga.

Yo le sonrío de vuelta y dejo la billetera de vuelta a la mesa. Le pregunto porque hoy llegó nuevamente tarde.

Sufro de Jet Lag en la locomoción pública. Me subo a un bus y cuando me bajo es como si hubiese cambio de horario – me dice mientras recibe su vuelto.

Marcelo saltó a la fama hace dos años cuando perdió en un bus su cuaderno de cuentos. Una profesora de universidad lo encontró y como no tenía dirección ni nombre alguno empezó a publicar los cuentos en Internet y de a poco estos empezaron a hacerse conocidos. Marcelo fue encontrado y posteriormente publicado, medianamente vendido y con más fama del ambiente de la que puede soportar.

Me estoy quedando sin plata. – me dice de pronto – Mi editor me dice que me puede dar un adelanto por el próximo libro, pero no me gusta lo que he escrito desde que perdí mi cuaderno.

Osea desde que perdiste a Pamela. - Le replico esperando alguna respuesta.

Lo de la falta de dinero no es nada nuevo. La liquidez financiera le duró a Marcelo solo dos meses y después de eso ya andaba proyectando su descalabro económico.

Le pregunto que quiere hacer a continuación.

Caminar un rato – me responde - no quiero subirme a otro bus. Cuando venía para acá muerto de calor traté de abrir la ventana y no pude. Me levante a abrir la que daba al asiento de atrás y tampoco pude. Me dio mucha vergüenza. Es increíble como un par de ventanas te pueden socavar tu autoestima.

Nos levantamos, empezamos a caminar y de pronto me dice:

El otro día pensaba en invertir en algo. Cuando empecé a hablar de eso con gente cercana me venían con locas y artísticas ideas; centros culturales, intervenciones artísticas y publicaciones de poemas en miniatura o aéreos. Así que ahora tengo la idea de invertir en algo lo más alejado posible del arte.

¿Mercado de valores, fondos mutuos, compra de acciones de un equipo de fútbol?

Una Frutería  – me dice algo avergonzado. Le conté de la idea a mi ejecutivo del banco y me dijo burlándose que debía llamarse “Sopa de Letras”. Si el negocio le gusta a un ejecutivo de banco significa que cumple con el objetivo de alejarse del arte ¿no crees?

Prefiero cambiar el tema, en mi interior pienso que lo de la frutería es una pésima idea, pero no me atrevo a decirlo.

¿Que es lo más vergonzoso que has hecho por Pamela? - le digo de pronto

Me queda mirando y sonríe nuevamente. Usualmente lo hace cuando empieza a contar algo que resultará vergonzoso.

Hace unos años cuando recién la conocí supe sus horarios de clases y trataba de interceptarla en la vuelta a casa. Tengo que haber salido un par de semanas a caminar cerca de su paradero y la verdad es que me encontré con ella un par de veces, pero en solo una pude acercarme a hablarle. En las otras me aleje sin siquiera saludarla.

Eso más que vergonzoso es algo escalofriante ¿se lo contaste alguna vez?

Si, pero tenemos un trato tácito psicótico. Con Pamela nos conocimos esa vez que tuve que viajar a Valdivia por un trabajo, esa mañana llegue al terminal y la vi de inmediato cuando bajé en otro anden. Me llamo inmediatamente la atención su pelo rubio en esa helada y nubosa mañana. Yo tenía que hacer hora así que me senté en el terminal a esperar leyendo. De pronto ella se me acerco y me dijo: “Esta corriendo Norte, va a llover”. Yo solo atiné a sonreirle, cerrar mi libro y explicarle que no era bueno orientándome geográficamente, todo esto mientras trataba de descifrar el porqué se había acercado a conversar conmigo. Tiempo después le pregunte porque lo había hecho y su respuesta fue que siempre había querido conocer a alguien al estilo Hollywodense, osea iniciando una conversación casual con un desconocido. Recuerdo el haberle recriminado la posibilidad de que yo hubiese sido un psicópata y su practica respuesta fue que igual hubiese sido Hollywodense, pero de modo más tétrico.

Es una buena historia. – respondo – Quizás también sea una buena forma de empezar un nuevo libro.

Quizás. – me responde e inmediatamente me pregunta – ¿es una mierda lo de la idea de la frutería, cierto?
 

Sí, lo es - le respondo - es una soberana mierda.

Marcelo me sonríe y me apunta a la casa. Al ver mi cara de rechazo me toma de los hombros y me guía hacia ella.

Ya pasó mucho tiempo, es hora de que volvamos. - me dice.

Yo no digo nada y me dejo guiar. No pienso ir a comprar ni una puta fruta a tu negocio - le respondo mientras Marcelo solo atina a seguir sonriendo.